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Después de visitar Nestares, nos dirigimos a Viguera. A través de esta arcada entramos en el pueblo, justo ese día había un mercadillo y los tenderetes del mismo, que rodeaban la fuente de la plaza principal del pueblo lo alegraban.
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Las calles de Viguera son estrechas, empinadas y con recodos |
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Como esta que nace en la plaza |
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Muy pocas viviendas como ésta, quedan en el pueblo, ya que pude ver que la mayoría de sus construcciones antiguas están siendo derruidas, y muy pocas de ellas están siendo restauradas.
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Campanario de la parroquia de la Asunción, construida en el S. XVI en mampostería y sillarejo, que recientemente ha sido restaurada.
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En las inmediaciones de la iglesia y en el recinto de acceso a la misma, los niños jugaban aprovechando la hora del recreo
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El pueblo está rodeado de inmensas montañas todas ellas formadas de impresionantes piedras que dan la impresión de que pronto van a empezar a rodar.
Estos mallos o riscos verticales son similares a los famosos Mallos de Riglos que ya os mostré de mi viaje al pre-Pirineo Oscense, y al igual que aquellos, estos también están constituidos por conglomerados, es decir, por bloques rocosos unidos por un cemento de naturaleza calcárea.
Vista panorámica en donde convive lo nuevo con lo viejo
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