viernes, 7 de enero de 2011

MIS AVENTURAS POR LA RIOJA

Mi marido es un gran aficionado a meterse por caminos y pistas forestales, cosa que a mi no me hace ninguna gracia, pero lo llevo con resignación. Él sabía de oídas, que había un camino que va desde Nalda hasta Clavijo, y cada vez que íbamos por esa zona, trataba de buscarlo, pero nunca dábamos con él. Un día desde casa lo estuvo buscando en el google map y lo descubrió. Así que este pasado verano, durante nuestras vacaciones, salimos de casa hacia esa dirección.

Nalda
Salimos de Navarrete y después de haber atravesado Entrena, continuamos por la carretera, desde ella se puede ver esta bonita vista del pueblo de Nalda.
Mi marido me señaló, que el camino se encontraba justo detrás del pueblo y que teníamos que subir a lo alto del monte que se ve detrás. Conocido como el barranco de La Hoya.
No íbamos como otras veces a ciegas, sin saber si el camino continuaba o no, esta vez sabíamos donde nos metíamos ya que en google map estaba bien marcado. Nos costó un poco encontrarlo, varias veces lo intentamos ya que nos metíamos por otros caminos, pero al final dimos con él. Al principio era de asfalto y luego acabó siendo de tierra, pero se veía ancho y estaba rodeado de campos de cerezos. Pensé que allí en la época de cosecha de la cereza suelen ir tractores y remolques, por lo tanto no me preocupaba.
 Cuando dejamos atrás los campos de cerezos, el camino empezó a subir hacia la montaña, cada vez era más empinado pero se podía circular bien, hasta que empezamos a tener algunas dificultades ya que cada vez habían más baches. De repente apareció ante nosotros una señal de prohibido la circulación de coches y motos, cosa que nos sorprendió. Lógicamente nos paramos con la intención de no continuar, pero nos dimos cuenta de que era imposible maniobrar  ya que no había el suficiente espacio. Inmediatamente abrí la puerta y bajé del coche, pensando en indicarle a mi marido para que fuese bajando marcha atrás, pero me dí cuenta que de hacerlo corríamos el riesgo de que el coche se cayese monte abajo, hacerlo era bastante arriesgado.
 Vimos que la única solución era continuar y ver si más a delante había espacio suficiente para dar la vuelta, pero conforme íbamos subiendo cada vez el camino empeoraba y era imposible maniobrar
El camino de tierra se convirtió en un camino de piedras grandes, a mi se me secaba la garganta del miedo que tenia, realmente estaba angustiada. ¡Quién me mandaba a mi meterme en esos berenjenales! Ni hablaba, solo pensaba en llegar a algún sitio donde el camino estuviese mejor y poder dar la vuelta, pero era imposible, las piedras en el camino cada vez eran más grandes, y temía que reventásemos alguna de las ruedas, ya que  hubiese sido complicado cambiarla allí.
Hace tiempo, ya reventamos una rueda cuando íbamos por un camino de piedras, que en comparación con este, aquél era un camino de rosas. Entonces comprendí el porqué habían puesto una señal de prohibido el paso.
Pero lo lógico es que esa señal tenía que haber estado abajo justo cuando el camino estaba bien para maniobrar, en ese caso nosotros no nos hubiéramos metido y aunque nos hubiese dado rabia. Bueno a mi marido más que a mi, pues no hubiésemos continuado.
¡Por fin llegamos arriba!

La sorpresa fue ver que allí sentado y admirando el paisaje, había un chico con su perro. Pensé que de habernos pasado algo, él hubiese dado la voz de alarma, ya que nadie sabía que estábamos por allí. Él aparentemente había llegado caminando, ya que no vimos ningún coche por allí.
Bajé un momento del coche para fotografiar el paisaje, pero debido a los nervios que había pasado y lo angustiada que estaba y a pesar de que era el mes de agosto, estaba temblando de frío y hasta tenía  escalofríos, tuve que meterme en el coche.



Desde allí hice algunas de estas fotos, a esta gran roca que es conocida con el nombre de Peña Soto, se le llama así ya que desde aquí también sale otro camino que va a Trevijano y Soto de Cameros. A pesar de que el día estaba algo nublado, el paisaje era espectacular. 
Ya más tranquilos continuamos nuestro camino, que por suerte se veía que estaba en muy buen estado, nada que ver con el que habíamos dejado, en la foto se puede apreciar un tramo de él. Entre curvas y curvas anduvimos varios kilómetros. 
¡Que sorpresa verlas allí!
Cuando de repente detrás de una curva, nos encontramos con este rebaño de vacas que tranquilamente estaban sentadas en medio del camino, y tan panchas. Allí que se quedaron, por mucho que hiciésemos para que se levantasen ellas seguían allí tumbadas. Llegué a recordar aquella película que se llamaba Nobleza Baturra, cuando iba el maño por la vía y le decía al tren "Chufla Chufla que como no te apartes tú". Pues yo pensaba que ellas me estaban diciendo lo mismo.





También os tengo que decir que me daban un poco de miedo y respeto, como son tan grandes. Las gentes de aquí dicen que no pasa nada, que si las tocas se levantan y se van, pero yo ni me atreví a hacer nada de eso. Al final una de ellas, decidió levantar su pesado culo del suelo y poco a poco las demás le fuero imitando, dejándonos el camino libre.  


Continuamos nuestro viaje y de repente después de otra curva, apareció ante nosotros el pueblo de Clavijo, con su famoso castillo en lo alto de esa gran roca, y con ello nuestra aventura terminó.

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