martes, 27 de diciembre de 2011

ANGUTA -Valgañón, La Rioja

Salimos de Valgañón y nos dirigimos hacia Anguta, uno de los despoblados de La Rioja, que en su día perteneció al municipio de Valgañón.
Para llegar hasta allí continuamos por la carretera de Pradoluengo, la LR-111. En nuestro plano llevábamos anotado, que a los 4,72 Km habría una pista forestal a nuestra derecha,  y justo, a esa distancia en una curva vimos un camino, con un letrero que ponía "Prohibido circular en días de lluvia" y, cómo ese día no llovía pues por él que nos metimos.

Pista forestal

Pusimos el cuenta kilómetros a 0, ya que nuestro plano nos indicaba qué a 1,65 Km. estaría el camino a Anguta. Así que, hacia allí que nos dirigimos, cómo podéis ver, el camino era ancho y sin ningún precipicio ni peligro alguno. Justo a esa distancia vimos un camino en peores condiciones. Dimos por hecho, de que ese era el camino que debíamos tomar.



Y sí, estábamos en lo cierto, enseguida apreció ante nosotros  los restos de la iglesia parroquial de la Asunción, como podéis apreciar se encuentra totalmente en ruinas. Tan sólo queda en pie su fachada principal construida en mampostería, y su espadaña con los huecos para las campanas.
Fue construida en lo que pudo ser un cementerio medieval ya que se hallaron tumbas antropomorfas excavadas en la piedra arenisca



También pude ver los restos de la torre donde se encontraba el transformador eléctrico, la luz les venía de Valgañón




Recorrí lo que antaño fueron las calles de Anguta, hoy en día tapizadas por el musgo. Anguta tuvo su propio ayuntamiento hasta el año 1846, a partir de esa fecha se incorporaron al censo de Valgañón, al que perteneció hasta septiembre de 1970 que fue cuando quedó completamente deshabitada.

Restos de sus viviendas

Las fiestas de Acción de Gracias se celebraban el 25 de septiembre, y también celebraban el 7 de octubre las fiestas en honor a la Virgen del Rosario.


También sus vecinos, junto con los de Valgañón celebraban en su pastizal las llamadas "Luchas de toros", en la que los pastores solían apostar entre ellos por el toro más fuerte, al que se le otorgaba el honorífico cargo de ser "El padre de la vacada"



De repente quedé sorprendida al ver entre las ruinas y los restos de la aldea, salir humo de una chimenea. Me acerqué y vi que había una vivienda completamente restaurada, de ella salió un señor que me comentó, qué hoy en día se utiliza como refugio para los pastores, también para el ganado y para algún cazador y montañeros. 

   



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