Vivienda de Amunartia
Es muy poca la información que encuentro sobre las gentes que habitaban estos pueblos, pero gracias a la nieta de Andrés, (la del hijo pequeño), una descendiente de Amunartia, que he conocido en Facebook, y que se llama Rebeca, os voy a poder contar algo de esta peculiar aldea riojana, situada en la comarca de Ezcaray.
Me dice que no tiene grandes historias, ni anécdotas, pero si recuerda los miles de paseos que durante los meses de agosto a octubre solía dar por allí, para ir a recoger manzanas, nueces y avellanas por sacos. Y que siempre que por allí iba se sentía como en casa, a pesar de que ya por aquél entonces, la madre naturaleza ya hacía de las suyas, comiendo el terreno a las casas, ya a lo que en otros tiempos fueron sus huertos.
Me cuenta: "Todos los años subíamos con un par de hoces y limpiábamos una pequeña huerta, que era de mi abuelo y que lindaba con su casa. Desde que nací, allí he pasado tardes enteras con mis padres, y no se podía subir en coche. El camino que hay ahora es relativamente nuevo, antes era otro y sólo llegaba hasta la mitad del recorrido, el resto se tenía que hacer andando.
Recuerdo a un par de descendientes cavando y plantando sus huertas. Gentes que como mi abuelo ya vivían en Ezcaray pero que seguían teniendo su terreno a punto.
Hubo unos años que en la casa de los maestros, (el edificio que mejor estaba conservado), fue ocupado por unos "hippies", como les llamaban en el pueblo. Y en lo que antaño fue la escuela, tenían sus gallinas, sus cerdos y su huerta. Mis padres les conocieron, y les guardaban pan duro para los animales. Allí estuvieron unos cuantos años, y muchos pensábamos que otros les imitarían, y que más gente llegaría y rehabilitarían alguna casa. Pero no fue así, todos se marcharon".
También me cuenta que su abuelo tuvo 10 hijos, y que su padre que fue el menor, nunca llegó a vivir en Amunartia. Como tantos otros, ellos también se fueron a Ezcaray y fundaron la primera fábrica de butacas. Fueron tiempos duros, y para mantener a esas familias tan grandes, cuando acababan en la fábrica, todos iban al monte a seguir con sus cosechas. Las fincas no estaban en la puerta de casa, muchas estaban a kilómetros, montaña arriba, ¡es increíble donde se llegaba a sembrar!.
Todo esto lo sabe ya que su padre se lo contaba, y también porque con él solía ir por todos esos sitios que antes se sembraba. "Increíble lo que hacían para sobrevivir, increíble a qué altura, ponía mi abuelo sus garbanzos o sus berzas. Y como él todos los demás.
Hace años que por cosas de la vida ya no vivo en Ezcaray, pero si el resto de mi familia. Y aunque soy muy escarayense y muy orgullosa de serlo, siempre me he sentido de Amunartia. Supongo que por los buenísimos recuerdos que de allí tengo.
Hace ya algunos años que por allí no voy, me da mucha pena verlo todo derruido, ya no queda nada, solo hay maleza y cuatro paredes. Hay veces que me imagino eso lleno de vida, mi abuelo con sus hijos pequeños, el ganado, las huertas. Debe de ser porque soy muy nostálgica...
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