Aunque Botitas no me causaba ningún problema con su comportamiento sexual, ni noté que marcase territorio dentro de casa, decidí llevarle al veterinario para que le castren.
Lo único que me preocupaba es que engordase, ya que a muchos gatos eso les sucede, y como podréis apreciar se trata de un gato muy grande, aquí tan sólo tenía cinco meses y superaba en tamaño a todos mis gatos. Zapirón después de la castración engordó mucho, en cambio Micifuz siempre ha mantenido el mismo peso.
La castración consiste en un pequeño corte en la bolsa testicular y ni tan siquiera requiere puntos, y además nada más que se despierta de la anestesia ya pueden hacer vida normal. Lo que si que sucede es, que debido a la intervención se les va las ganas de salir a buscar hembra y pasan más tiempo en casa, eso es lo que le pasó a Zapirón. Pero también hay un problema y es, que muchas veces, a pesar de estar castrados, continúan teniendo el instinto de cubrir a una hembra, cosa que le sucedió a Micifuz.
El pobre se lo pasó fatal, y yo también, todo el tiempo iba detrás de Alba, menos mal que no la dejar preñada, por dos motivos, porque está castrado y además porque Alba todavía era muy pequeña y no había tenido el celo.
Este es el pene de Micifuz, y lo fotografié, para demostrarle a mi marido que Micifuz la quería montar, ya que no me creía. Se lo comenté al veterinario y me dijo que no es lo más normal, pero que en algunos casos suele suceder ya que no sólo tienen la testosterona en los testículos. Me preocupaba que no cambiase, ya que se cabreaba y se quejaba mucho, iba maullando por la casa, y menos mal que estaba Alba, e iba tras ella, ya que antes se sentía atraído por mis pies, y cuando me encontraba durmiendo venía y se enganchaba a ellos.
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