Un día leí un reportaje sobre un estudio que se les hizo a las palomas urbanas para saber si reconocían a las personas. El experimento se realizó en un céntrico parque de París en el que dos investigadores vestidos con batas de laboratorio de distintos colores fueron alimentando a varios grupos de palomas salvajes.
Uno de ellos permaneció impasible mientras las aves comían y el otro se manifestaba con una actitud agresiva hacia ellas. Más tarde se volvió a repetir la prueba sin que ninguno de los científicos trataran de asustar a las palomas
Las palomas demostraron que eran capaces de reconocer al individuo que las trató mal, y se alejaban de él, incluso cuando se cambiaron las batas.
Uno de ellos permaneció impasible mientras las aves comían y el otro se manifestaba con una actitud agresiva hacia ellas. Más tarde se volvió a repetir la prueba sin que ninguno de los científicos trataran de asustar a las palomas
Las palomas demostraron que eran capaces de reconocer al individuo que las trató mal, y se alejaban de él, incluso cuando se cambiaron las batas.
Cuando lo leí, pensé que no hubiese hecho falta hacer ese experimento, si hubiesen ido a mi calle de Barcelona, se hubiesen dado cuenta de que eso es cierto.
Todos los días, y a pesar de las quejas de los vecinos, una pareja de ancianos solía alimentar a las palomas, les llevaban pan y granos de arroz y los depositaban en unos recipientes de plástico al lado de una fuente pública. También les ponían agua, y además se preocupaban de limpiar los restos que quedaban.
Todos los días, y a pesar de las quejas de los vecinos, una pareja de ancianos solía alimentar a las palomas, les llevaban pan y granos de arroz y los depositaban en unos recipientes de plástico al lado de una fuente pública. También les ponían agua, y además se preocupaban de limpiar los restos que quedaban.
Los vecinos les protestaban, ya que cada vez habían más palomas y les ensuciaba los balcones con los excrementos, pero ellos no hacían nada de caso y todos los días acudían a darles de comer..
Un día cuando me encontraba en mi balcón mirando mis plantas, de repente me llamó la atención el ver a un gran número de palomas levantar el vuelo e ir todas juntas hacia la misma dirección. Normalmente eso solían hacerlo cuando se producía un ruido que las asustaba, pero esa vez no escuché nada.
Cuando giré la cabeza hacia la dirección en las que ellas iban, pude ver a la pareja de ancianos viniendo calle abajo cargados con sus bolsas de plástico, y rodeados de palomas. Unas volando sobre ellos, y otras caminado tras ellos. A partir de ese día, ya siempre supe cuando venía la pareja de ancianos a darles de comer.
Un día cuando me encontraba en mi balcón mirando mis plantas, de repente me llamó la atención el ver a un gran número de palomas levantar el vuelo e ir todas juntas hacia la misma dirección. Normalmente eso solían hacerlo cuando se producía un ruido que las asustaba, pero esa vez no escuché nada.
Cuando giré la cabeza hacia la dirección en las que ellas iban, pude ver a la pareja de ancianos viniendo calle abajo cargados con sus bolsas de plástico, y rodeados de palomas. Unas volando sobre ellos, y otras caminado tras ellos. A partir de ese día, ya siempre supe cuando venía la pareja de ancianos a darles de comer.
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